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jueves, 25 de agosto de 2011

Aún se necesitan héroes.


De nuevo una noticia que habla de morir dignamente.

De morir conforme un código ético personal.

De poder determinar como vivir nuestros últimos momentos.

Cuando ya te llega tu hora.

Y cuando no se puede hacer más al respecto.

Ramona Estévez, de 91 años de edad,en la provincia de Huelva, sufre un ictus cerebral con afectación neurológica masiva, que la deja sin posibilidad ni siquiera de tragar para alimentarse.

Por tanto la única posibilidad de alimentarla, es a través de una sonda nasogástrica.

La paciente había dejado claramente expresado a su hijo y a sus cuidadoras, que no quería que la mantuvieran viva por medios artificiales.

Su hijo, José Ramón Páez Estévez, es el encargado de velar porque se cumpla su voluntad oral.

El Hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva, con buen criterio, asume la decisión tanto de la paciente como de su familiar, de no sondar a Ramona.

La sonda nasogástrica es un tratamiento.

Lo normal es comer sin necesidad de instrumentos invasivos.

Por tanto, que me dejen de cuento, meter un tubo por la nariz hasta estómago, para mantener artificialmente la vida, es un tratamiento.

Y nosotros podemos, por ley, rechazar cualquier tratamiento.


Aunque nos pudiera costar la vida.

Sin que además, pueda repercutir en una disminución de los cuidados sanitarios a administrar.

Ni que deje de ponerse en marcha la realización de cuidados paliativos para se produjera una "buena muerte" si ése fuera el desenlace final.

Pues bien, el problema ocurre cuando se traslada a Ramona, al Hospital Blanca Paloma de esta misma ciudad, allí "alguien" le dice a su hijo que hay que sondarla, y que si no da su consentimiento está realizando un delito tipificado en el Código Penal.

Además si no accede debería marcharse del Hospital sin sueroterapia.

Confuso, José Ramón accede.

Fue entonces cuando se pone en contacto con la Asociación Derecho a Morir Dignamente (AMD).

Tras la mediación de esta agrupación, acaban "cediendo" a trasladar a otro centro a Ramona para que se pueda cumplir su voluntad .

Cuando por escrito lo recibe la Junta de Andalucía, a través de la Delegación Provincial de Salud es cuando, de verdad, se soluciona la situación.

Aproximadamente 6 horas después de recoger la denuncia, La Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, hace que se "aclare" el problema aplicando la Ley de Muerte Digna de Andalucía.

Cumpliéndose.

Y por tanto, Jose Ramón, y lo que es más importante, Ramona podrán descansar felices.

Que eso era lo importante.

Bien, por la Junta de Andalucía y por la Consejería de Salud.

Estos son los hechos.

Y ahora las preguntas.

¿Es necesario que haya que llegarse aún hasta esta situación?

Porque la ley es clara.
Y por tanto hay que cumplirla en Andalucía.

Pero antes de la ley, está lo lógico.
Está la negociación.
Está la ética.

¿Qué visión de ser superior, nos hace a algunos médicos, ser los que determinen el mantener con vida, mediante obstinación terapéutica, a pacientes que han manifestado que rechazan los tratamientos?

Ya dediqué un artículo a este tema, en su momento.

Y parece que a pesar de estar en vigor, algunos no conocemos la ley.
De obligado cumplimiento.

Todavía son necesario héroes que se atrevan a luchar contra las injusticias.

Incluso habiendo leyes que les dan la razón, que no se cumplen, porque, en ocasiones, los sanitarios no conocemos o no queremos conocerlas.

Absurdo.

El cortometraje "La Dama y la Muerte" representa en tono de humor, con una calidad exquisita, a lo que llegamos los médicos en cuanto a la obstinación terapéutica se refiere.

Y aunque ya lo había visto, me encantó ver como dos residentes de mi Centro de Salud, Lucía y Nieves, lo tenían guardados en sus móviles como pequeños tesoros para mostrármelo cuando pudieran.