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miércoles, 19 de diciembre de 2012

Resumen agridulce del año.



Se acaba el año.

Y me transmite una sensación agridulce.

Por un lado, no recuerdo un año más horroroso desde el punto de vista socioeconómico.
Yo al menos no lo he vivido.

Ni más injusto.

Multitud de familias rotas.
Desahuciadas de sus viviendas.


Un año, en el que el desprestigio de los políticos, de la banca y de la monarquía ha alcanzado niveles históricos.

"No nos representan" o "no hay pan para tanto chorizo" han sido dos de los eslóganes más utilizados en cualquier evento callejero.

Representando el cabreo generalizado de la población.


Un año en el que el ciudadano, por fin, decidió echarse a la calle.

Se esforzó en ser escuchado.

Con más o menos acierto.

Porque para poder comunicarse son necesarios de los altavoces que son los medios de comunicación.

Y estos, están controlados, en su mayoría por los que tienen el dinero.

Y a los que no les interesa amplificar la voz de los ciudadanos.


Un año, en los que los recortes han sido el pan nuestro de cada día.

Con Sanidad y Educación a la cabeza.


Un año en el que desaparecieron numerosos medicamentos de la financiación.

Desaparecieron las "recetas del Chaves" en Andalucía.

Y en el que se desfinanciaron más de 400 medicamentos.

Y en la que la gente se resignó.

Creyó que no le quedaba más remedio.

Porque habían escuchado tantas veces que la Sanidad Pública era insostenible que terminaron por aceptarlo como dogma de fe.


Un año en el que los que trabajamos nos consideramos afortunados.

Y sobre todo, nos consideran así aquellos que no pueden hacerlo. 

En el que todos los trabajadores hemos perdido poder adquisitivo.

Perdiendo los trabajadores públicos la paga de Navidad.

En el que nos han subido los impuestos independientemente del nivel de renta.

Pero en el que quizás lo más importante es que hemos perdido derechos sociales ganados con el sudor de la frente de nuestros mayores.

Así de pronto.

En solo un año.

Un año de lucha de los trabajadores de la Sanidad Pública.

En el que todavía estamos asistiendo a la lucha de los compañeros de Madrid.

Intentando evitar la privatización.

Peleando para que la Sanidad no se convierta en mercancía.

Buscando la dignidad profesional que merecen.

La valoración de su esfuerzo.

A nivel personal un año en el que me he sentido bastante defraudado por  la administración.

En el que me he sentido poco importante.

Poco valorado.

Supongo que aproximadamente igual que el resto de mis compañeros.

Pero en el que me he dado cuenta de una cosa.

Y aquí viene la parte dulce.

Que sigo siendo útil.

Para la población.

Para mi cupo de pacientes.


Para aquellos que para mí son importantes.

Aunque a las altas cúpulas de poder les parecerán prescindibles.

Mirando la vista atrás, sí puedo decir una cosa.

Me he levantado con ganas de trabajar todas y cada una de las mañanas.

Por mis compañeros.

Por y para ver a mis pacientes en la consulta.

Y darles un trocito de mí todos los días.

A pesar de todos los condicionantes exteriores.

Y poder seguir mirándolos a los ojos.

De frente.

Y que ahora, en esta fechas, al terminar la consulta nos digamos mutuamente.

Sonriendo.

¡Felices Fiestas!