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jueves, 12 de septiembre de 2013

Las enfermas silenciosas de la campaña del mantecado estepeño.

Mantecadera Estepa
Extraído de Flickr: José Báez Caraballo.  

Como sabéis trabajo en Estepa.
En su Centro de Salud.

Es curioso como cambia la vida de este pueblo a partir de Septiembre.
Y hasta mediados de Diciembre.

Olor a almendra tostada.
A canela.
A postres recién hechos.

Durante todo el día.
Por dónde quiera que vayas.
Sea el cerro o la parte baja del municipio.

Dibujos de fragancia difuminada.
Por un humo suave.
Que se agarra a las fosas nasales.
Y que estimula los paladares más complejos y delicados.

Niños que comienzan su curso escolar.
Ilusionados como en todos los inicios.

Acompañados por sus abuelos.
O por la parte masculina de sus progenitores.

Que tuvieron un empleo.
Y que ya no lo tienen.

Unos porque ya trabajaron bastante.
Otros porque, aunque quieran, no pueden hacerlo.
Piezas indispensables de la cohesión familiar en estas fechas.

Mujeres desaparecidas.
Trabajando de sol a sol.
O incluso de luna a sol, si es menester.

Durmiendo cuando se puede.
A un ritmo insoportable.

Ocho, diez, doce horas.
Según el turno que les impongan la empresa mantecadera.

De pie.
Sin moverse de su puesto.

En contraposición de manos y dedos.
En contraposición de muñecas, codos y hombros.
E incluso de los movimientos de la columna cervical.

Con una rapidez de movimientos tal, que casi no se ven.
Como las alas de un colibrí.

A la velocidad fría y constante qe marca una cinta de una cadena de producción.
Que nunca se cansa.


Dolores en definitiva.

Secundarios a la repetición de los movimientos articulares.
Con intervalos muy cortos de descanso.

Piernas doloridas.
Aumentando y provocando síntomas de insuficiencia venosa crónica. 

Secundarios a la imposibilidad de movilizar los miembros inferiores.
De una pequeña baldosa.

Con la imposibilidad manifiesta de consultar estos problemas a sus Médicos de Cabecera.

Teniendo que realizarlo a los Servicios de Urgencias.
Y poder parchear el dolor como se pueda.
Y así volver a realizar su oficio el turno siguiente.
De la manera que sea.

Porque no procede baja laboral en estos momentos.
Durante la campaña del mantecado.

Si no, ¿quién sostendría económicamente la familia?
¿Quién lo hará la próxima campaña?

Durante estas fechas en Estepa a las enfermas no se les oyen.
Pero están ahí.

Son las enfermas silenciosas.