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sábado, 29 de enero de 2011

Cuestión de responsabilidad


Cada vez me doy cuenta que somos menos responsables.

Por responsabilidad se entiende en su acepción tercera de la R.A.E.: Cargo u obligación moral que resulta para alguien del posible yerro en cosa o asunto determinado.

Por tanto somos responsables en cuanto nos equivocamos.

Y en tanto asumimos que nos hemos equivocado.

Hoy en día nadie se equivoca.
Porque antes de equivocarse se pasa la pelota a otro.
Y que se equivoque el vecino.
Ése será el responsable.

Ocurre en todas las parcelas de la vida.
Y a los padres, entre los que me incluyo, también.

Pongamos el ejemplo de la Medicina de la que conozco algo.
Y el típico caso del niño con fiebre.

Pues también es típico que al minuto uno, lo lleven al Servicio de Urgencias.
Sin ni siquiera haberle dado un antitérmico.

¿Por qué?
Pues porque si le pasa algo, ya no es culpa mía.

Yo lo llevé al Médico.

Y no saben que normalmente no se suele encontrar nada.
O sí lo saben, pero les da igual.

Ya la responsabilidad es del médico.

Esto nuestras madres no lo hacían.
Si te llevaban al médico habían pasado al menos dos días.
Había dado tiempo a que las virasis remitieran, y si no cedían se podía buscar el foco infeccioso con mayor probabilidad de acertar.

Y así tenemos las Urgencias colapsadas.
Y así disparamos un gasto sanitario que no podemos mantener.

Pero no solamente ocurre en Medicina.
Nunca tenemos la culpa de nada en ningún aspecto de la vida.
Ni nuestros hijos tampoco.

Si nuestro hijo se emborracha, debe ser culpa de sus amigos.
No está acostumbrado a beber, y los amigos insistieron.

Si está "colocado" algo le habrán echado a la bebida.

O sí suspende es que el profesor se la tiene jurada.

El caso es tener excusas.

Al no hacer responsables a nuestros hijos, éstos no se dan cuenta que sus errores conllevan consecuencias.

Y por tanto no aprenden.
Es decir, no cambian sus conductas.

Y cuando no las cambia llega un momento en que es imposible hacerles ver los errores.
Con lo cual se crea el conflicto familiar.

Esto no es más lo que le ocurre a los adolescentes actuales.
Y uno del motivos de la crisis de valores de la sociedad actual.

Pero lo que digo hurga en las entrañas de toda la población española.

Lo políticos nunca tienen la culpa de nada.
Los bancos no tienen la culpa de la crisis económica.
La televisión no tiene la culpa de la idiotez en la que estamos sumidos.

Groucho Marx una vez dijo: Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro.

Hoy en día también tenemos INTERNET.
Dónde se puede leer y reflexionar.

Y dónde Jesús Martínez, en su magnífico blog EL MÉDICO DE MI HIJ@ inspiró este humilde articulo.

Muchas gracias.

miércoles, 26 de enero de 2011

Descanso


Yo no concibo el trabajo sin períodos de descanso.

Y el descanso sin la desconexión de la presión del trabajo.

Eso no quiere decir que no se hable de trabajo en los descansos.

¿Qué quiero decir?
Pues que una cosa es trabajar y otra hablar de trabajo.

Hablas pero no trabajas.
O sí trabajas, pero no lo haces conscientemente.

¿Que no me entendéis?
Tranquilo, es normal que no se me entienda.

Lo explicaré mejor.
Un médico necesita parar un rato cuando lleva dos horas trabajando ininterrumpidamente.
Y aprovechar para desayunar.

¿Por qué?
Porque si no descansa no se va a poder concentrar.
Va a estar más irritable.
Va a estar más lento.
Y por lógica, más cansado.

Por tanto, al final se entorpece la calidad de la entrevista clínica con nuestros pacientes.

¿Y dónde se puede descansar?
En los desayunos.
Aunque en ellos se hable también de medicina.

Porque en cualquier otro lugar cualquier persona te encuentra y te da trabajo.

¡A que ahora está más claro!
¡Vale!

El desayuno no solo sirven para que cerebro y cuerpo se relajen.
Realmente lo que se dice descansar, el cerebro no descansa nunca.

La misión más importante de un desayuno que se precie es hacer grupo.
Dura aproximadamente media hora.
Pero da mucho de sí.

En él uno puede descargar sus frustraciones.
Otros pueden contar un chiste.
Se puede preparar la comida de Navidad.
Se puede comentar algún problema a la directora para que nos lo solucione.
O puedes contar que piensas hacer el próximo puente.

Depende del día que vayas llevando, te apetecerá hablar de una cosa u otra.

Y tras ese rato, se vuelve a la consulta como nuevo.
Para comenzar la segunda carga de trabajo.

Los desayunos suelen ser muy enriquecedores.
Al menos para mí.

Se sientan a tomar tostadas y cafés todo el Equipo Básico de Atención Primaria.
Y el equipo lo formamos colectivos muy diversos.
Cada uno con sus problemas, y sus alegrías.

Con lo cual, a mí me pasa, terminas relativizando los tuyos.
¡Bueno, mi problema tampoco era tan importante!
Y terminas comprendiendo a los otros miembros de tu equipo.

¡Qué bonita palabra!
"Todos para uno y uno para todos".
Utopía de Alejandro Dumas.

Este momento mágico solamente puede ser roto por una sola palabra.
Urgencias.
Este especímen se cuela en la mayoría de los desayunos.
Cuando entra el celador, se produce un silencio que se hace interminable.

Y no se rompe hasta que se nombra a la persona en cuestión.
¡Que no me toque a mí, que no me toque a mí!

-Gilbertman, te he mandado a la consulta a...... que no puede esperar......

Y en ese caso.....
¡Se acabó el desayuno!
¡Y se acabó el descanso!