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miércoles, 26 de enero de 2011

Descanso


Yo no concibo el trabajo sin períodos de descanso.

Y el descanso sin la desconexión de la presión del trabajo.

Eso no quiere decir que no se hable de trabajo en los descansos.

¿Qué quiero decir?
Pues que una cosa es trabajar y otra hablar de trabajo.

Hablas pero no trabajas.
O sí trabajas, pero no lo haces conscientemente.

¿Que no me entendéis?
Tranquilo, es normal que no se me entienda.

Lo explicaré mejor.
Un médico necesita parar un rato cuando lleva dos horas trabajando ininterrumpidamente.
Y aprovechar para desayunar.

¿Por qué?
Porque si no descansa no se va a poder concentrar.
Va a estar más irritable.
Va a estar más lento.
Y por lógica, más cansado.

Por tanto, al final se entorpece la calidad de la entrevista clínica con nuestros pacientes.

¿Y dónde se puede descansar?
En los desayunos.
Aunque en ellos se hable también de medicina.

Porque en cualquier otro lugar cualquier persona te encuentra y te da trabajo.

¡A que ahora está más claro!
¡Vale!

El desayuno no solo sirven para que cerebro y cuerpo se relajen.
Realmente lo que se dice descansar, el cerebro no descansa nunca.

La misión más importante de un desayuno que se precie es hacer grupo.
Dura aproximadamente media hora.
Pero da mucho de sí.

En él uno puede descargar sus frustraciones.
Otros pueden contar un chiste.
Se puede preparar la comida de Navidad.
Se puede comentar algún problema a la directora para que nos lo solucione.
O puedes contar que piensas hacer el próximo puente.

Depende del día que vayas llevando, te apetecerá hablar de una cosa u otra.

Y tras ese rato, se vuelve a la consulta como nuevo.
Para comenzar la segunda carga de trabajo.

Los desayunos suelen ser muy enriquecedores.
Al menos para mí.

Se sientan a tomar tostadas y cafés todo el Equipo Básico de Atención Primaria.
Y el equipo lo formamos colectivos muy diversos.
Cada uno con sus problemas, y sus alegrías.

Con lo cual, a mí me pasa, terminas relativizando los tuyos.
¡Bueno, mi problema tampoco era tan importante!
Y terminas comprendiendo a los otros miembros de tu equipo.

¡Qué bonita palabra!
"Todos para uno y uno para todos".
Utopía de Alejandro Dumas.

Este momento mágico solamente puede ser roto por una sola palabra.
Urgencias.
Este especímen se cuela en la mayoría de los desayunos.
Cuando entra el celador, se produce un silencio que se hace interminable.

Y no se rompe hasta que se nombra a la persona en cuestión.
¡Que no me toque a mí, que no me toque a mí!

-Gilbertman, te he mandado a la consulta a...... que no puede esperar......

Y en ese caso.....
¡Se acabó el desayuno!
¡Y se acabó el descanso!

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