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sábado, 20 de marzo de 2010

Los compañeros de Facultad

Recuerdo todavía cuando llegué a la facultad. Realmente me veía fuera de lugar. No sé si era por los compañeros, si por las grandes clases, pero me sentía extraño.

Poco a poco, me fui consolidando. Para terminar guardando un grato recuerdo de mis dos últimos años.

Ya entonces conocía a Migue. "El compañero tranquilo" no cayó en mi clase. Miguel Ángel estuvo sentado en el pupitre de al lado desde 6º de EGB, y volvería a ser compañero de clase de nuevo en cuarto de carrera. Practicamente toda mi vida académica, he estado al lado de él.

Pocos sentimientos demostraba. Eso sí poseía (posee) un gran corazón. No le conocí novia hasta que en la boda, creo que de Carlos, nos presentó a su actual mujer. No recuerdo su nombre. Me invitó a su boda, pero por entonces Pilar, mi mujer, estaba prácticamente de parto de Marcos, mi segundo hijo, y no pudimos asistir. La última vez que lo vi era cuándo salimos del examen de las oposiciones en el 2007. Me alegró verlo.

Quizás el compañero más trascendental que tuve en la carrera fue Antonio María. Dotado de una sensibilidad excepcional, se le daba bien muchas facetas artísticas como la escritura o la música.

Antonio me abrió a su circulo de amistades donde estaba Paco "el loco", un estudiante de Ingeniería de Telecomunicaciones, Millán, otro estudiante de Medicina, (coincidiríamos en clase en cuarto también) y a su novia, (ahora esposa) Isa, también estudiante de Teleco.

Curiosamente la sensibilidad artística que tenía, no la demostraba, por así decirlo, en la vida real. Muchas mujeres estuvieron alrededor suya, y él no mostraba interés aparente por nadie. Solamente Marieta le llegó al corazón real, pero decisiones equivocadas por su parte, hicieron que cada uno tomara una ruta distinta. Hoy sé que vive con Minerva (no la conozco personalmente), tiene mellizos, y sigue siendo muy productivo desde el punto de vista artístico.

Otro compañero importante en la facultad fue Carlos. Nos caímos bien desde el principio. Salí con su grupo de amigos en varias ocasiones, pero al contrario que a los amigos de Antonio María, no les resultaba simpático. Por supuesto, me retiré de su grupo.

Carlos tenía novia cuyo nombre no recuerdo. He de reconocer que no me gustaba mucho. Mucho después cortó, y a día de hoy, está casado con otra médico de la que tampoco recuerdo su nombre.

Hablé antes de Millán. Se convirtió en importante a partir de cuarto. Salía con nosotros junto con su actual mujer Isa.

Siempre me gustó éso de ambos. No eran como otras parejas que cuando se conocen pierden a los amigos, ello siguieron saliendo con el grupo. Actualmente tienen un niño y todavía los veo por el Facebook.


Y ya del último compañero del que quiero hablar es de Luis Alonso. Se puede catalogar como un "freeki". Muy inteligente, el primer recuerdo que tengo es una mochila verde, de un peso superior al suyo, colgada a su espalda.

Gran conversador y mal escuchador, era capaz de tenerte hora y media al teléfono. Consiguió que muchos de los compañeros de facultad, nos unieramos para jugar a fútbol. Cuando hizo el MIR de Alergia en Madrid, conoció a su actual esposa, tampoco recuerdo su nombre, y dejo de ser tan voraz conversador. También creo que tiene un hijo.

Éste es un repaso a mis amigos de la facultad.

Momentos irrepetibles con personas irrepetibles.

lunes, 15 de marzo de 2010

Ser del Sevilla (primera parte)

Otra de mis grandes aficiones es el fútbol.

Soy del Sevilla F.C., porque mi padre era sevillista.

Mi padre era un sevillista de salón, es decir, no iba mucho al estadio.

De pequeño lo criticaba. Le decía que no era sevillista, que si era sevillista tenía que ir al estadio Ramón Sánchez Pizjúan. Aún así, me inculcó el amor por los colores rojo y blanco de la ciudad Hispalense.

Ésos colores que seguirá teniendo, sentado en el tercer anillo, observándonos, sonriendo como casi siempre.

Ya cuando tuve uso de razón, me saqué el carnet de socio. Al principio fui infantil y después durante muchos años juvenil, porque mantenía mi cara de niño y no tenía para pagarme un carnet de adulto. En esos tiempos el Sevilla no iba a UEFA ni a Champions, por tanto el dinero del abono daba para todos los partidos salvo un día del club al año.

Y ya cuando comencé a ganar dinero, no me apetecía ir a Sevilla domingo sí , domingo no, al estadio de Nervión y lo dejé.

Aparte, perdí el contacto con mi amigo Manolo Quiñones, quién era con el que iba habitualmente al fútbol.

Pero no es una excusa, porque si hubiera sido un gran sevillista hubiera mantenido mi carnet. Y lo hubiera pagado, por supuesto, de adulto.


Por tanto, critiqué a mi padre por ello, y ahora soy, como lo fue mi padre, un sevillista de salón.

¡Y a mucha honra!