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jueves, 13 de enero de 2011

Vengo a que me mande al xxxxxxxx


Si he de reconocer que algo me molesta en la consulta, es que me digan:

"Vengo a que me mande al xxxxxxxx".

La xxxxxxxx suele ser cualquier especialista hospitalario.

Puede ser Traumátologo y esperan que cuando vayan se les quite los dolores.

Realmente no creo que la mayoría de ellos sepan más que yo de la escala analgésica.

También a Salud Mental para que les vea un Psicólogo que nunca les verá.

Puede ser al Ginecólogo, cuando hace tiempo que a la mujer sana la tratamos nosotros.

O incluso al Oftálmologo cuando es evidente su conjuntivitis aguda bacteriana, y para cuando vaya, ya ni tendrá conjuntivitis ni tendrá ná de ná.

Existen infinitas combinaciones.

Ustedes mismos.

Lo que ocurre cuando escucho la dichosa frase, es una emoción de ira que explota en mis entrañas y que me cuesta controlar.

¿Por qué?

Yo creo porque en primer lugar, me transforma en un burócrata.

Dejo de ser Médico, para convertirme en un administrativo que pulsa teclas y dirijo al paciente hacia el especialista hospitalario en cuestión.

Y a mí me gusta jugar a ser Médico.

En segundo lugar, porque me empequeñecen.

Me ponen por debajo del especialista hospitalario.

¡Tú de ésto no sabes!
¡Así que mándame a uno que sepa!.

Ni siquiera tienen certeza de que tú no sabes el diagnóstico de su patología.
Lo presuponen, porque ni siquiera te cuentan que les pasa.

Y en tercer lugar, porque pierdo el control de la entrevista.
Lo normal es que comencemos con la anamnesis.
Posteriormente se realiza una exploración física y pruebas complementarias si proceden.
Éstas pueden ser en la misma visita, sobre la marcha, o solicitarlas y examinarlas en otra consulta días posteriores.
Después llego a un diagnóstico.
Y por último realizo un tratamiento conforme a ese juicio clínico.
La derivación viene al final, si no tengo diagnóstico o necesito confirmarlo, o el tratamiento no puedo darlo yo o no funciona, o simplemente no tengo.

Este tipo de entrevista estropea la forma en la que yo trabajo.

Aquí es derivación y punto.

Algunos quieren un tratamiento "empírico" hasta llegar al especialista hospitalario.
Otros ni eso.

Y he de reconocer que sé lo que hay que hacer en estas entrevistas, pero a veces no me sale.
Repito otra vez, pierdo mi control emocional.

Lo que hay que hace es redirigir la entrevista.
" No se preocupe si hay que derivar le derivaré pero primero cuénteme que le pasa, a ver si yo puedo ayudarle....."
Y ahí comienzas el modelo, desde el principio.

Y si al final tienes que derivar, pues derivas.

Porque si te niegas y después tienes que hacerlo, el paciente se va con la sensación que ha ganado una hipotética pelea.

Además, es importante que cuando se derive se realice con la implicación profesional de un Médico de Familia.

Que después no te digan:
"Y usted no quería mandarme, pues al final tenía........"

Nuestra profesión es muy compleja.
Y en un cuadro sindrómico existen multiples diagnósticos diferenciales.
Desde lo más leve a lo más grave.
De lo más frecuente a lo menos frecuente.
Y a veces pasa que el paciente tiene algo infrecuente y grave.

Es propósito de enmienda para el 2011 intentar controlar desde el principio mis emociones.
Sé que es difícil.
Y todavía más, cuando más estresado estás.
Pero es un objetivo para el año en curso.

Así cuando me digan la frase maldita, respiraré profundamente, contaré hasta 10 y realizaré la entrevista clínica como me han enseñado.
Como he comentado antes que hay que hacerlo.

En mi especialidad de Medicina de Familia.

¡Que yo también soy especialista!

2 comentarios:

  1. http://alesmismo.wordpress.com/2010/07/26/manual-del-perfecto-usuario-de-la-sanidad-publica-iv-mandeme-usted-al-especialista-2/

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  2. Excelente artículo Rafa, en consonancia con lo escrito por mí.
    ¡Impresionante los de los paesopagistas! Lo has clavao. Pero es también frecuente que estén de baja laboral.
    Un abrazo.

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