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jueves, 11 de octubre de 2012

Tristeza Familiar y Comunitaria.


Extraido de Psicoletra

Otro paciente más que me llora en consulta.

Y van muchos ya.

Más de lo tolerado por un corazón humano.

Es difícil abstraerse.
Alejarse mentalmente de él.

Muy complicado.

Porque además los conozco.

Los he visto muchas veces.
Alegres.

Les he dado la enhorabuena por los nacimientos de sus hijos.
Les he visto, en ocasiones, prepararse para bodas.
Les he controlado sus patologías.

Pero ahora se está yendo todo a tomar por saco.

¿Qué puede hacer un médico si no se tiene trabajo?
¿Qué puede hacer un médico si no se pueden pagar las facturas?

Escuchar.
Eso no se me da mal.

Reconozco que a veces me cuesta.
Porque a mi también me cuesta cada vez más pagar las mías.
Aunque me resigno con éso.
Que al menos aún puedo pagarlas.

Pero estoy preparado para escuchar.
Respiro hondo.

Siento como le duele a mis pacientes su alma.
Siento como se les cae el mundo encima.

Hablo, aunque poco, con ellos.
Son ellos los que tienen que hacerlo.

Su llanto entrecorta sus palabras.

Y yo les miro.
Les veo por dentro.
Parecen transparentes.

¿Qué se puede decir al respecto?
¿Qué se debe decir al respecto?

Nada.

Esperar a que terminen.
Sin atosigar.
Sin mirar el reloj.

Ellos no se manifiestan.
No salen en la tele.

Están tan tristes que no pueden hacer otra cosa.

Solo llorar en mi consulta.

5 comentarios:

  1. Ufff!!!
    Qué fuerte debe ser presenciar como una persona se abre delante de tí porque no le queda ya otra alternativa.
    Qué pena!!!

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    Respuestas
    1. Forma parte de nuestro trabajo, Sonia. La diferencia es que ahora está potenciado por la crisis.
      Un abrazo.

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  2. Pero al menos tienes la satisfacción de poder ser el paño de lágrimas de alguien a quien viste nacer, talvez...o le conoces a la abuela...o vive en tu barrio...

    Por que a veces no es cuestión de una receta...es cuestión de un abrazo, un apretón de manos, un decir con la mirada"estoy contigo".

    Sigue así. No cambies, por favor.

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  3. Recien llegada al blog, me has emocionado. Me encanta que haya más médicos que dejan llorar a sus pacientes, sin mirar el reloj. Un abrazo enorme, compañero.

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