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domingo, 20 de marzo de 2011

Mi etapa de residente.


Debo estar haciéndome mayor.
Lo digo porque empiezo a contar batallitas.

Ayer nos reunimos en Ayamonte (Huelva) unos cuantos residentes.

Residentes de MFyC de la promoción 1998/2001 del Área Sanitaria de Osuna perteneciente a la Unidad Docente de MFyC de Sevilla.
¡Qué nombre más largo!.

Nosotros nos llamábamos simplemente los "resistentes".

Fue por motivo de la boda de una compañera de aquella promoción en su pueblo natal.
Y me alegró ver a algunas de las personas con las que compartí momentos importantes en esos tres años.

También reconozco que eché de menos a compañeros que por una causa u otra no pudieron asistir al evento.
Espero volver a verlos.

La etapa de residente ha sido fundamental en mi vida.
Personal y profesional.

Personalmente me emancipé.
Comencé a vivir solo, y a entender las dificultades que conlleva alejarse de tu grupo familiar.
Fue una decisión que tomé en su momento de forma meditada, y me hizo madurar.

No fue obligada.
Tenía puntuación suficiente en éxamen MIR para haberme quedado al lado de mi casa.
Pero era el momento justo para comenzar a volar.
De despegar las alas.
Y creo que salió bien.

Porque también conocí a mi mujer.
Y de la que, aún a día de hoy, me siento profundamente enamorado.

En cuanto a los compañeros "resistentes" les tengo mucho aprecio.
A algunos más y a otros menos.
Pero a todos les tengo aprecio.
Es normal, soy humano.

Y los aprecio, porque he vivido momentos muy intensos con ellos.

Llegas totalmente perdido a una isla.
Te tienes que hacer a ella.
Tienes que conseguir una adaptación a un medio inhóspito y totalmente desconocido.
Y la ayuda de los compañeros es fundamental.
Creas cosas juntos y es más facil la supervivencia.
Hasta que te conviertes, casi, en un lugareño.
Momentos que estás preparado, para crear tu propia isla.

Por tanto hubo un Gilbertman antes de su residencia, y otro después.

A nivel profesional también fueron grandes momentos.
De residente vives una nueva infancia.
Te conviertes en una esponja.
Absorbes conocimientos por todos los poros de tu cuerpo.

Los momentos mas duros suelen ser las guardias hospitalarias.
Porque te notas inseguro.
Porque hay estrés.
Porque, a veces, algunos "compañeros no residentes" no te ayudan.

Pero bueno, todo te hace madurar.
Porque te das cuenta quién merece la pena.
Y quién no.
Y hay muchísima más que se encuentran en el grupo de los que la merecen.

Un buen juicio se realiza pasado mucho tiempo.
Y en frío.
Y ahora puedo decir que no me arrepiento de haber escogido Osuna para formarme como especialista en Familia.

Mi más eterno agradecimiento a tod@s los que dedicaron al menos un minuto de su tiempo a hacerme entender la medicina.
Y a hacerme ver que estamos en continuo reciclaje.

Siempre hacia un mejor profesional.
Siempre hacia una mejor persona.

5 comentarios:

  1. Escribe otra "resistente" que ha recordado al leer el artículo del Dr Gilbertman la elección de ser médicos de pueblo y que perdura a día de hoy y ha hecho elegir mi vida personal y familiar en el mundo rural.
    Saludos y espero tener tiempo y buena conexion para volver a comunicarme. Estela.

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  2. Hola Estela!
    Un placer verte por aquí.
    Ya sabes donde encontrarme.
    Un abrazo.

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  3. es de agradecer que la profesion elegida, sea vocacional y eso se nota muchisimo en la narracion. todos los profesionales de la medicina deberian ser tan humanos como ud. y sensibilizados con nosotros, no vamos al medico a por un "mandao", vamos porque nos sentimos mal y a veces salimos peor. Oscar gracias por elegir la medicina y la comarca de Osuna.

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  4. Muy interesante tu blog. Ahora mismo vivo esas cosas que narras, y además en un hospital de batalla como es el Juan Ramon Jimenez de Huelva.

    A mi tb me gustaría trabajar algunos añitos al menos en Medicina Rural (y eso que soy de capital jejej)

    Saludos

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  5. Muchas gracias por el comentario.
    Un abrazo.

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